jueves, 29 de agosto de 2013

Autoengañada

Con frecuencia los clientes se quejan de que los teleoperadores les engañamos con tal de vender.

A principios de este mes tramité mi propia portabilidad a la compañía para la que trabajo ya que la oferta era muy buena.
Supuestamente suele tardar unos 15 días y nunca te quedas sin internet más de tres horas.
Escribo esto desde el móvil. Llevo 3 dias sin internet y dudo mucho que me llegue el router antes del lunes.

Siento como si me hubiera engañado a mí misma...

jueves, 22 de agosto de 2013

Respuestas típicas (Volumen 1)

Cuando te pasas varios años de tu vida llamando a cientos de personas al día te das cuenta de que hay actitudes y frases que se repiten en prácticamente todos los clientes. 
Es una especie de patrón. A veces pienso que igual que los teleoperadores pasamos por cursos de formación para soltar siempre un mismo argumentario ellos también hacen sus propios cursos para decir siempre las mismas respuestas.

Para mi desgracia en este trabajo siempre hay personas auditando nuestras conversaciones, lo que me impide dar rienda suelta a esa bordería y ese sarcasmo con que he sido bendecida, pero como aquí nadie me censura voy a intentar recordar alguna de las respuestas más habituales de los clientes y lo que pasa por mi cabeza cuando las escucho:

1- Suspendí lengua de pequeño

En el top one de mis conversaciones favoritas está esa que carece de total lógica. Esa que demuestra que 3 de cada 5 españoles no sabe hablar el idioma correctamente.
Sería algo tal que así:

Yo: Hola buenos días, ¿podría hablar con Pepito Pérez?
Cliente: No, no está.
Yo: ¿Cuando podría localizarle?
Cliente: ¿De parte de quién?
Yo: Soy Teleoperadora Maldita, le llamo de Compañía Maldita
Cliente: No, no me interesa...

Primero, no te he ofrecido absolutamente nada, con lo cual... ¿qué es exactamente lo que no te interesa? Y segundo, te he preguntado por una persona que no eres tú. Una persona que tiene un contrato a su nombre y de la cual no sabes si le va a interesar o no mi inexistente oferta. Como comprenderás, el hecho de que tú, que no sé ni quién eres, me digas que a ti no te interesa no va a impedir que dos horas más tarde vuelva a llamar para intentar hablar con la persona con quien quiero hablar.
Hay un 98% de posibilidades de que efectivamente el titular tampoco esté interesado en atenderme, pero oye, que me lo diga él...


2- Cualquier día te metes en un lío...

Este es el tipo de cliente que va de sobrado y algún día se va a meter en un lío importante. Suele responder, no sé por qué, a un perfil de señora entre 40 y 50 años que esperaba escuchar a su hija al descolgar el teléfono y al notar el tonillo de teleoperadora da automáticamente por hecho que voy a venderle algo.

Yo- Hola buenos días...
Cliente: ¡¡No quiero nada!! *y cuelga*

Pero... pero... ¿nada de qué? ¿Y si te llamo del hospital diciendo que tu marido está ingresado? ¿Y si te llamo del juzgado para informarte de que el banco te va a quitar el piso? ¿Y si te llamo de "¿Quien quiere ser millonario?" porque un ser querido ha confiado en ti para que seas su comodín de la llamada y le acabas de hacer perder 30.000 euros?
¿En serio nadie se para a pensar en todas esas posibilidades? Será que yo soy muy agorera, pero cuando escucho una voz muy educada al otro lado del teléfono pienso antes en cualquier catástrofe que en otra cosa...


3- Ójala fueras mi jefe

10:00 
Yo: Hola buenos días...
Cliente: ¡Estas no son horas de llamar! ¡Estaba durmiendo!

13:00 
Yo: Hola buenos días...
Cliente: ¡Estas no son horas de llamar! ¡Estoy haciendo la comida!

14:00
Yo: Hola buenos días...
Cliente: ¡Estas no son horas de llamar! ¡Estoy comiendo!

16:00
Yo: Hola buenos días...
Cliente: ¡Estas no son horas de llamar! ¡Estoy echando la siesta!

Que sí, que ya lo sé, si yo soy la primera que le he propuesto a mis jefes trabajar sólo 2 horas al día, pero es que me han dicho que mi sueldo les parece excesivo para ese horario...
No tengo ninguna intención de despertaros, no me paso el día acariciando un gato persa y riendo con maldad mientras pienso: "Mañana en cuanto Javier se acueste a echar la siesta pienso llamarle... muahahaha". De hecho si de mi dependiera yo sería la primera que estaría durmiendo también a esa hora. Yo soy sólo una simple trabajadora que depende de pagar sus facturas del hecho de estar 6 horas seguidas llamando a números aleatorios. Así que, a no ser que vosotros estéis dispuestos a pagar mi hipoteca os agradecería que respetarais mi trabajo y os recomiendo apagar el móvil si os vais a dormir...


4- Ójala los hombres fueran igual de fieles a sus mujeres que a su compañía telefónica...

Hay un alto porcentaje de personas mayores en España que llevan 40 años con la misma compañía. (Sigo fiel a mi propósito de no dar nombres de empresas pero todos sabemos de cual hablo). 
Las conversaciones con ellos suelen ser tal que así:

Yo: Entonces, ¿cuánto estás pagando más o menos de teléfono al mes?
Cliente: Pues depende, 40 euros, 50... depende de lo que llame...
Yo ¿40 o 50 euros? ¿Sólo de teléfono, sin internet ni nada?
Cliente: Sí, sí, yo internet de ese no tengo
Yo: Con nosotros puede pagar solamente 15 euros y tener tarifa plana ilimitada...
Cliente: No, no, no, no, yo no me cambio
Yo: Pero... ¡pagaría 35 euros menos al mes! Eso son más de 400 euros al año...
Cliente: Ya pero, lo mismo es, yo llevo 40 años en la misma compañía y no me cambio...

Hay una segunda versión de este tipo de clientes que es a las que a la fidelidad por el tiempo se le une la fidelidad familiar porque el hijo de la sobrina de su prima la del pueblo trabaja para esa compañía.

Yo no sé cómo lo verán ellos, pero yo por 400 euros menos me cambio de compañía y puede que hasta de apellido...



Hay unas cuantas frases recurrentes más, pero creo que lo dejaré para una segunda edición, no es cuestión de extenderse tanto...

martes, 20 de agosto de 2013

Incapaces de decir: "NO"...

El post de hoy va dedicado a una clienta a la que llamaré Natalia Moreno.
Hace dos semanas me salió el teléfono de Natalia en el automarcador, llamé, le expliqué mi oferta y estuvo encantada ya que en caso de aceptarla pagaría casi 20 euros menos que en su actual compañía. Me dijo que por educación querría consultarlo con su marido pero que le interesaba muchísimo y que por favor la llamara al día siguiente.
Llamé a Natalia al día siguiente a las 10:30 y su hijo pequeño me dijo que su madre estaba durmiendo.
A las 12:30 había salido a hacer un mandado.
A las 13:45 no había vuelto.
A las 14:30 seguía sin aparecer.
A las 15:45 justo antes de acabar mi jornada Natalia no estaba en casa.
Al día siguiente nadie cogió el teléfono en todo el día.
Dos días después, a las 12 de la mañana de nuevo el niño atiende mi llamada y asegura no saber dónde está su madre ni a qué hora volverá.
Un día más tarde había ido a la playa.
El siguiente día había salido y llegaría de noche...

Y esta es la historia de cómo llevo dos semanas hablando varias veces al día con el hijo de Natalia Moreno. 

Te comento, Natalia, puedes decirme claramente que no te interesa mi oferta. Estás en todo tu derecho y te prometo que no voy a llorar ante tu rechazo. No necesitaré ayuda psicológica. No voy a plantearme mi existencia sólo porque no quieras venirte a mi compañía. De hecho ya has sido mucho más amable que la mayoría de mis clientes sólo por haberme escuchado, no tienes que hacer nada más. 

Luego nos ganamos los teleoperadores la fama de pesados. Luego Natalia Moreno irá por ahí diciendo lo pesados que somos los teleoperadores de mi compañía que llamamos todos los días varias veces. Luego las amigas de Natalia le darán la razón y comentarán casos similares en los que a ellas también las estuvieron acosando durante semanas. Lo que nadie dirá nunca es que a mí, y a las respectivas teleoperadoras que acosaron a las respectivas amigas de Natalia, nos da exactamente igual con qué compañía telefónica estén. Yo bastante tengo con preocuparme por mis facturas como para preocuparme por cuánto paga Natalia por las suyas. A mí me da igual llamar a Natalia que a cualquier otra persona, total, voy a tener que estar 6 horas llamando a gente, sean nuevos o antiguos. En serio, para que no vuelva a llamaros sólo debéis pedírmelo, pero si en lugar de decir un simple "no", seguís dándome largas yo, evidentemente, seguiré llamando...

Presentación

Cuando era pequeña tenía clarísimo que de mayor iba a ser profesora. Ni bailarina, ni princesa, ni enfermera... sólo profesora.
Mantuve mi sueño durante décadas. Con  18 recién cumplidos y tras pasar por el rito de iniciación a la vida adulta que supone la Selectividad me decidí a especializarme en Historia del Arte. Soñaba con ese momento en que 25 jovenzuelos descubrieran de mi mano la magia de Dalí y Gaudí.
Varios años después llegué al final de mi vida universitaria con más desencanto que ilusión. No tenía ninguna intención de seguir el camino que aún faltaba y que pasaba por CAPs, oposiciones, ser interina, una jungla de puntos y competiciones para, quizás, con mucha suerte y paciencia acabar domesticando a 25 fieras a las que Gaudí y yo les importábamos un carajo...

Con unas cuantas toneladas de apuntes que jamás volvería a tocar cogiendo polvo en el armario como único recuerdo de mis años de estudiante me puse a intentar abrirme paso en el mercado laboral.
Con un currículum donde lo único que había de cierto eran mi nombre y mi número de teléfono conseguí ir rompiendo ese círculo vicioso de: "no te contrato porque no tienes experiencia - no tengo experiencia porque no me contratas" y pasé durante un par de años por unos grandes almacenes, una tienda de ropa y un par de incursiones como azafata hasta que, por casualidad y animada por un tipejo al que en aquel momento consideraba mi mejor amigo acabé con un contrato temporal de 4 meses como teleoperadora para una empresa de televisión digital.

Dicen que el mundo de los call center es como una secta, si entras no puedes salir aunque los odies. En mi caso ni los odio ni quiero salir. Me gusta ser teleoperadora.
Es cierto que es un trabajo... mmm.... peculiar (he tardado casi 18 minutos en encontrar algo que no fuera "de mierda"), pero quizás por eso me guste tanto. Es un mundo sórdido, de mentiras, engaños, estafas, de clientes cabreados, de aves de rapiña capaces de vender a su madre por un contrato.... y ahí estás tú, toda digna, sentándote cada día y poniéndote tus auriculares dispuesta a demostrar que sí se puede ser teleoperadora y honrada. Que sí se puede vender si empeñar tu alma en el camino. Que puedes acabar la jornada con una sonrisa a pesar de haber estado 6 horas escuchando gritos e insultos.
Lo sé, es una visión demasiado poética de un trabajo demasiado "peculiar", pero al fin y al cabo así soy yo, peculiar y poética.